Thursday, January 25, 2007

Ojos de tierra y mar

En el corazón de una isla y sus pobladores está siempre el mar. Sin embargo en Holguín, como en buena parte del país, quienes más cerca viven del mar han hecho de este no solo el sustento de sus vidas o el sitio ideal para la inspiración y el romance. Entre ellos y el gran azul existe desde hace un tiempo una relación especial, porque del mar pueden venir también peligros, o puede arrebatar las vidas a quienes se arriesgan tras los cantos de las sirenas.
En el municipio Gibara son muchos los hombres y mujeres que están integrados a los Destacamentos Mirando al Mar. Ya no son los inexpertos que en una ocasión cometieron el error de preparar refresco con el polvito de los sobres de Cocacola que flotaban sobre las aguas, (suerte que lo tomara primero el perro); ahora son hombres y mujeres, de diversas edades, que conocen bien cómo actuar en cada caso y que no se dejan amedrentar por las dificultades.
En la playa de Caletones laboran dos de estos destacamentos. Reúnen entre 25 y 28 integrantes, y en cada uno de ellos hay una anécdota, una historia que compartir.
Al principio, quizás por la modestia o las reservas normales frente a personas extrañas, el diálogo fue más bien una serie de palabras entrecortadas. Después y casi a medida que calentaba el sol de la mañana, pudimos acercarnos al mundo de este grupo de personas.
“Realizamos el enfrentamiento a la droga y salidas ilegales del país, y estamos atentos a personajes desconocidos que aparezcan por el barrio- explica Maira Reyes, jefa del destacamento uno. Nuestra principal misión es dar información, avisar al puesto de guardafronteras ante cualquier situación extraña que se presente. Para eso tenemos establecido un plan de guardia, por si hay que dar una movilización en un momento determinado, o para lo que se necesite. Así trabajamos, lo fundamental es la vigilancia en el barrio.”
Caletones es una zona de playa, de la que además son muy conocidos sus estanques naturales, comúnmente llamados pozas; por lo que en el verano es normal el ir y venir de gente en busca del difrute y también de oportunidades...
“El período de vacaciones es el más difícil para nosotros, porque hay mucha gente desconocida que viene y se queda por varios días en casas de amistades o cosas por el estilo–cuenta Irma Pérez-. No hace tanto vivimos una de esas experiencias. Detectamos una familia que no se iba al finalizar agosto y tenían tres niños, dos de ellas ya debían ir a la escuela. Fuimos a verlos preocupados por la situación de las pequeñas, resultaba significativo que los padres no se hubiesen decidido a regresar a sus casas a pesar de que las niñas estaban perdiendo clases. Nos dieron varias excusas sin mucho sentido, pero no resistieron después de la tercera vez que fuimos a verlos y se marcharon. Ya nosotros habíamos dado parte a guardafronteras, porque casi siempre esas situaciones terminan en salidas ilegales.”
“En otra ocasión- se anima Rafael Reyes- había dos compañeros que resultaban sospechosos por su aspecto y la forma de conducirse. Aquí todos se conocen y siempre alguien nuevo llama la atención. No les perdimos ni pie ni pisada, lo informamos y el resultado final fue que los dos individuos eran prófugos de la justicia de Boyeros. Por supuesto los cogieron”.
Experiencias les sobran para compartir. De hecho desde 1994 no ha habido una salida ilegal por ese sitio, para lo cual ha sido determinante la cooperación entre todos los destacamentos de la zona.
Sobre esto señala el Coordinador de vigilancia del municipio: “No solo hay que resaltar el trabajo que aquí se realiza, sino los de otros lugares que están a siete u ocho kilómetros, en Uverito y Juan Antonio, donde no hay comunicación. Ellos tienen un sistema de mensajeros y hasta en horas de la madrugada, en bicicleta, han venido a informar al puesto de guardafronteras”.
Varios son los estímulos y reconocimientos que han recibido los miembros de los destacamentos de Caletones, entre ellos el haberse convertido en el primero abanderado 6to Congreso de los CDR en el país. Sin embargo nada es comparable con la tranquilidad de saber que la droga no estará cerca de sus hijos, pues se mantienen vigilantes para que eso no ocurra y además preparan a los pequeños.
“Los niños – dice Yaquelín Campaña- conocen mucho de nuestra labor y, por ejemplo, no recogen nada de la playa que les resulte sospechoso, primero llaman a un adulto. En la escuela está creado un círculo de interés que nos permite prepararlos en estos asuntos. Por eso tenemos buenos resultados, porque el destacamento se puede decir que lo integran todos los miembros de la comunidad, incluso quienes no pertenecen, porque colaboran”.
“Nosotros pensamos que la lucha contra la droga no es solo estar atentos a los posibles recalos o movimientos extraños y que se lleve gente a la prisión; sino que lo más importante es prevenir- agrega Xiomara Palomino-. Trabajamos con las familias de aquellos que han incurrido en ese delito, se les da apoyo y una vez que estas personas cumplen sus sanciones, los tratamos de reincorporar a la sociedad”.
“Esta es una comunidad aguerrida”, dice alguien y no nos caben dudas; por eso les preocupa tanto que haya decaído un poco la preparación que reciben. Quieren hacer su labor muy bien.
¿Nunca los han tratado de comprar? Preguntamos, y la respuesta no se hace esperar.
“Qué va- y sonríe casi divertida Irma-. Nadie nunca se ha atrevido a hacer eso. Contamos con el apoyo del pueblo. La gente colabora, nos dicen si ven algo extraño. Aquí todo el mundo sabe que lo que hacemos es para el bien de todos”.

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