Wednesday, November 05, 2008

viernes 3 de octubre

Revisando el correo, encubierto entre varios mensajes de lectores de nuestro sitio web y trabajos sugeridos por nuestro director, encontré un reenvío hecho por un amigo que difundía las acciones del Programa Integral para la Recuperación de la ciudad de Gibara y de apoyo a los damnificados, organizado por la ONG OIKOS, de Portugal.
Me sorprendió y hasta me reí un poco, porque yo misma no estoy en condiciones de donar mucho más de lo que ya entregué en la “valija” que preparamos en el Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Sin embargo me puso a pensar en todo lo que podemos hacer, cada quien en su sitio.

OIKOS es una de las organizaciones que auspicia el Festival de Cine Pobre que se desarrolla cada año en la holguinera Villa Blanca, ahora devastada por el paso del huracán Ike. En el propósito de devolver el esplendor a la sede de este evento, han hecho circular este mensaje en el que dan a conocer el monto de las afectaciones a ese territorio y las formas de contribuir a su recuperación, ya sea a través de donativos monetarios o en especie.

Pero no son los únicos conmovidos por la belleza de Gibara ultrajada por la misma naturaleza que le concedió sus encantos. Hasta aquí han llegado también artistas como Jorge Perugorría, empeñado en reconstruir esta ciudad de ensueños gracias al arte. Esa es la idea que motiva la apertura en la galería Lam, de México, de una expoventa de pinturas que inaugurará el sitio digital www.arteporcuba.com, mediante el cual plásticos del orbe también podrán contribuir donando sus obras.

Al llamado han respondido hasta el momento más de 60 artistas de Estados Unidos, El Salvador, España, México, y Venezuela, quienes, afirma Perugorría, acogieron con entusiasmo el proyecto.

Stefan Krenn, actual Presidente de Buena Vista Solidaridad con Cuba, en Austria, es otro amigo que ha encontrado la manera de ayudar. Estuvo aquí, pero allá organiza los preparativos de dos contenedores con artículos para hospitales, ropas, zapatos y comida para niños.

Pero de otro lado, hay en el mundo quienes minimizan lo sucedido en nuestro país. Lo peor, hay quienes dentro del archipiélago olvidan que el paso de Ike nos dejó como huérfanos. Cada quien hundido en su propia Isla, varado en un mar de problemas con sabor a viviendas destruidas y escasez de todo tipo. Supongo que así se sintieron pineros y pinareños cuando vieron los destrozos provocados por Gustav. Huérfanos de Dios, porque quién más con el poder de mandarnos estas tormentas.

Los holguineros no teníamos esa experiencia y el golpe, por tanto, fue duro dos veces. No se trata de falta de fe, o mejor, falta de confianza en el sistema y el gobierno que hemos elegido y que ha demostrado con creces, en varias ocasiones, no dejar desamparado a nadie. Se trata simplemente de ese sentimiento de pérdida, inevitable para quien en unas horas ve destruido un mundo de recuerdos y aquello por lo que tanto ha trabajado.

Tras las muchas imágenes de viviendas reducidas a escombros y de árboles arrasados por los vientos, hay un dolor infinito que no es posible describir con palabras. Un sufrimiento que ha sensibilizado a quienes brindan su apoyo de muchas maneras, pero no es la única razón. La actitud de Cuba ante situaciones semejantes en otros países, ha sido lo más decisivo.

Como en otros momentos lo hicimos nosotros, hoy se recolecta ayuda para los damnificados, en varias ciudades de España. Se preparan actividades culturales dirigidas a recaudar fondos para enviar a los cubanos, como las convocadas por el Foro Solidario con Cuba, en Salamanca.

Podríamos mencionar además, los donativos de las hermanas Islas del Caribe y los gobiernos africanos como el de Malí, que recientemente entregó 30 mil millones de francos de la comunidad africana, equivalente a unos 45 mil euros.

La solidaridad ha hablado todos los idiomas, ha adoptado todas las formas y ha recorrido todas las distancias. Incluso distancias dentro de nuestro país, porque somos más los que sentimos como propio el dolor ajeno, que los que olvidan bajo la tranquilidad de su hogar resguardado, la pena de quien mira con temor la nube que se acerca.

Somos más los que vemos esos gestos y recordamos que son posibles porque Cuba anda de hermana, porque se comparte lo que se tiene y no lo que sobra. Y entendemos que ahora más que nunca necesitamos dar la mano al que está a nuestro lado, apretarnos el cinto y trabajar, para salir adelante.

Ante eso no puedo menos que mirar con satisfacción mensajes como el que está en mi buzón, reenviarlo y disponerme a escribir sobre ello, multiplicar esa voz, que es el pedacito que me toca.

lunes 15 de septiembre

Siempre había escuchado que eran como magos en eso de comunicarse. Que algunos hasta habían logrado hablar con personas que estaban más allá de la Tierra, en el cosmos, orbitando en alguna nave alrededor del planeta. Eran historias que me parecían increíbles, como también el hecho de que muchos solo lo hicieran por hobbie. Me resultaba un poco complicado entender que este fuera un punto común entre un maestro de Historia, un zapatero y un médico. Pero para todo hay un comienzo y el mío ha sido el paso por Mayarí del huracán Ike.
Estaba en el puesto de dirección del Consejo de Defensa Municipal (CDM) cuando alguien dijo que había 13 Consejos Populares que no tenían comunicación telefónica. Eran pasadas las 11 de la noche del 7 de septiembre y todavía se sentían los fuertes vientos del meteoro. Yo me alarmé al escuchar la noticia, mucho más al ver la tranquilidad con la que actuaba todo el mundo. La respuesta aguardaba tras una puerta con unas letritas ya borrosas: Comunicaciones-radioaficionados.
Y claro está, porque en ningún momento se ha perdido el contacto gracias a ellos. Llevan más de 72 horas trabajando y son imprescindibles dentro de este equipo que lucha a brazo partido por preservar el recurso más importante: la vida.
A Mayarí lo parieron las aguas. Las aguas dulces de Ochún, esa deidad africana devenida Virgen del Cobre y que casualmente festejamos un 8 de septiembre. De sus 21 Consejos Populares, 19 son proclives a inundaciones parciales o totales, de ahí que el sistema de comunicación alternativa a través de los radioaficionados sea vital.
Durante esta emergencia han trabajado 37 de ellos, permitiendo que estén cubiertas todas las zonas de defensa. Seis están directamente vinculados al puesto de dirección, 2 aguzan los oídos en la banda de los 7 metros, para cubrir la parte montañosa, respaldados por 10 plantas de ese tipo y algunos fueron ubicados en los centros de evacuación más importantes.
Pero la movilización no termina ahí. Se han utilizado además 32 portables de 2 metros y dos plantas fijas; se activó el sistema trunking con 9 portables y 2 plantas fijas y una planta multibanda se encuentra en el puesto de dirección, gracias a la cual se pudo conocer la situación meteorológica en los momentos más críticos del paso del huracán.
Rodolfo Rodríguez Carreras, presidente del Radioclub del municipio Mayarí y quien dirige a toda esta tropa, me explicó también que el municipio cuenta con un repetidor (145-470 MHz), instalado en la altura de La mensura, uno de los puntos más elevados de la Sierra Cristal, con 995 metros por encima del nivel del mar. Allí permanecieron 2 radioaficionados, lo que posibilitó mantener las comunicaciones con las cinco provincias orientales hasta cerca de la medianoche, en que se agotó la energía eléctrica.
Pero en el puesto de dirección nada se detiene. Aún falta mucho por hacer y ellos son esenciales para conseguir el éxito. Con su ayuda el mensaje de aliento llegará más lejos, la alerta, el apoyo para quien la necesite. Y cuando en la mañana el pueblo salga a limpiar las calles, lo harán asimismo el profesor de Historia, el zapatero, el técnico, el médico…

sábado 13 de septiembre

No sé cómo se llamarán los de su barrio, pero los héroes del mío se nombran David, Lenin y Méndez. No tienen nada parecido a los súper de los comics, son más bien lo opuesto: bajitos y gorditos, enjutos y delgados; pero no por ello dejan de ser los salvadores de la cuadra.

Puede parecer una exageración mía, pero el domingo en la mañana, cuando se daban los últimos toques en la protección de los hogares contra los temibles vientos de Ike, fueron ellos quienes rompieron las leyes de la Física, logrando estar en varios lugares al mismo tiempo, para dar una mano a las mujeres que intentábamos asegurar puertas y ventanas, e incluso, para proteger las lámparas del alumbrado público de nuestra comunidad.

Aclaro, no es que en mi barrio tengamos nada contra los del sexo masculino, había varias mujeres solas porque, como en toda situación excepcional, los movilizados en centros de trabajo y unidades militares, fundamentalmente hombres, son muchos. Y eso, estoy segura, sucedió en todos los rincones de Holguín, porque para que haya puestos de dirección, centros de evacuación, para que funcionen los hospitales, las panaderías, los centros de elaboración de alimentos; se requiere de personas que dejan sus hogares y viven los momentos difíciles lejos de los suyos.

Confieso que ese término que se establece en la defensa: “situaciones excepcionales”, y que iguala la guerra con catástrofes naturales, por más que me lo explicaron en la universidad, es ahora que realmente vengo a entenderlo. No debe haber nada más parecido a las huellas de una contienda bélica, que los destrozos que pueden dejar huracanes y terremotos. Nada puede ser más duro que cumplir con el deber, dejando a un lado a aquellos a los que amas.

Por eso, aunque nadie les haya dado una medalla, David, Lenin y Méndez son mis héroes. Por brindar su apoyo en el momento preciso y echarse a cuestas las labores más duras dentro de esta etapa de recuperación, para que poco a poco el barrio vaya recuperando su antiguo rostro y los que debieron irse a otros sitios a cumplir con su deber, puedan hacerlo tranquilos.

jueves 11 de septiembre

Una de las imágenes recurrentes en las calles de los municipios holguineros en estos días de recuperación, es la de los uniformados hombres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) recogiendo escombros, restos de árboles caídos, contribuyendo en todo lo que sea posible para levantarnos del duro golpe que nos propinara Ike. Para los cubanos no hay nada extraño en ello, acostumbrados como estamos a saberlos a nuestro lado en los momentos más difíciles, como tantas y tantas veces lo han hecho; pero no por eso deja de ser menos admirable.

Cierto es que desde siempre los militares han sido vistos como hombres dispuestos para la guerra, listos para morir en la batalla. Las películas norteamericanas hasta nos han hecho creer que están entrenados para no sentir dolor, para dejar de ser seres humanos. Los soldados solo cumplen órdenes y los oficiales son aquellos que con voces de trueno mandan sin que nadie pueda discutir sus decisiones.

Sin embargo, al verlos con los brazos rayados por las ramas cargadas, con las espaldas brillando al sol por el intenso calor, nos damos cuenta que son jóvenes que apenas dejan crecer las barbas, quienes tal vez nunca hayan estado lejos de casa.

Son hombres que cuidan de una familia y que muchas veces olvidan el sitio donde nacieron, porque van donde sean más necesarios, donde sirvan mejor a su Patria y a su pueblo.

Tras los uniformes verdes o carmelitas del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), bajo las camisas de los trabajadores civiles, casi tan militares como los juramentados, desbordan sentimientos. Han sido formados en la enseñanza de que nadie puede dormir en paz mientras haya un solo hombre infeliz, y esa es la razón fundamental de que hoy estén en la primera fila, como los más solidarios y entregados, no solo porque se les haya ordenado, sino porque están conscientes de cuál es su papel para con la sociedad.

Y no son solo los hombres. Este ejército ha dispuesto casi todos sus medios: helicópteros, carros anfibios, camiones, grúas y todo el transporte de que disponen en las unidades y el sistema empresarial, para que la vida vuelva a su curso.

Parte de sus reservas también han sido distribuidas para aliviar el dolor causado por tanta pérdida, y de sus fincas, alimento. En Cuba el ejército es el pueblo. Si a alguien le quedaba alguna duda, son estas circunstancias las mejores pruebas que se le podrían dar.

Pero no son mansos. Que nadie confunda las cosas. Serán los guerreros más fieros a la hora señalada, cuando los convoquen las causas nobles y justas, cuando alguien ponga en riesgo esta paz que hoy defienden, a contrapelo de la naturaleza.