Wednesday, November 05, 2008

jueves 11 de septiembre

Una de las imágenes recurrentes en las calles de los municipios holguineros en estos días de recuperación, es la de los uniformados hombres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) recogiendo escombros, restos de árboles caídos, contribuyendo en todo lo que sea posible para levantarnos del duro golpe que nos propinara Ike. Para los cubanos no hay nada extraño en ello, acostumbrados como estamos a saberlos a nuestro lado en los momentos más difíciles, como tantas y tantas veces lo han hecho; pero no por eso deja de ser menos admirable.

Cierto es que desde siempre los militares han sido vistos como hombres dispuestos para la guerra, listos para morir en la batalla. Las películas norteamericanas hasta nos han hecho creer que están entrenados para no sentir dolor, para dejar de ser seres humanos. Los soldados solo cumplen órdenes y los oficiales son aquellos que con voces de trueno mandan sin que nadie pueda discutir sus decisiones.

Sin embargo, al verlos con los brazos rayados por las ramas cargadas, con las espaldas brillando al sol por el intenso calor, nos damos cuenta que son jóvenes que apenas dejan crecer las barbas, quienes tal vez nunca hayan estado lejos de casa.

Son hombres que cuidan de una familia y que muchas veces olvidan el sitio donde nacieron, porque van donde sean más necesarios, donde sirvan mejor a su Patria y a su pueblo.

Tras los uniformes verdes o carmelitas del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), bajo las camisas de los trabajadores civiles, casi tan militares como los juramentados, desbordan sentimientos. Han sido formados en la enseñanza de que nadie puede dormir en paz mientras haya un solo hombre infeliz, y esa es la razón fundamental de que hoy estén en la primera fila, como los más solidarios y entregados, no solo porque se les haya ordenado, sino porque están conscientes de cuál es su papel para con la sociedad.

Y no son solo los hombres. Este ejército ha dispuesto casi todos sus medios: helicópteros, carros anfibios, camiones, grúas y todo el transporte de que disponen en las unidades y el sistema empresarial, para que la vida vuelva a su curso.

Parte de sus reservas también han sido distribuidas para aliviar el dolor causado por tanta pérdida, y de sus fincas, alimento. En Cuba el ejército es el pueblo. Si a alguien le quedaba alguna duda, son estas circunstancias las mejores pruebas que se le podrían dar.

Pero no son mansos. Que nadie confunda las cosas. Serán los guerreros más fieros a la hora señalada, cuando los convoquen las causas nobles y justas, cuando alguien ponga en riesgo esta paz que hoy defienden, a contrapelo de la naturaleza.

No comments: