Thursday, March 29, 2007

miércoles 28 de marzo

No podía ser de otra manera. Los grandes artistas son como los héroes. El pueblo los quiere, los admira, los respeta; el pueblo los abraza y allí, entre sus brazos, se hacen inmortales.

Para el Guayabero no podía ser de otra manera. El hasta siempre fue un mar de personas coloridas, de edades diferentes vestidas de uniformes escolares, flamantes doctores, regios oficiales, alegres jóvenes, sencillos obreros y humildes amas de casa.

Diríase que la música fue el centro de todo. Brotó de los instrumentos de la banda de conciertos que como él, nació de lo más noble de este Holguín. Surgió de las gargantas de los integrantes de un Orfeón mucho mayor, porque cantó a quien supo hacerlo con voz de pueblo. Música fueron el vuelo de las campanas de la parroquia mayor y los aplausos.

Jóvenes músicos llevaron las flores que vinieron de todas partes del país, y viejos músicos: Eliades Ochoa, Pancho Amat, Cándido Fabré, Tiburón Morales, amigos todos; despidieron al Juglar mayor.

Como a los héroes, y al ritmo de las canciones que nos deja como legado, el pueblo holguinero dijo hasta pronto al Rey del doble sentido y le agradeció con una risa cómplice, el haber estado entre nosotros. ¡Santa Palabra!

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