Friday, June 15, 2007

jueves 14 de junio

Debo confesar que he amado otra ciudad más que a la mía. Tal vez la amo todavía, por aquello de que el amor es corto y el olvido muy largo. Pero en noches como esta siento que vuelvo a enamorarme de Holguín, cuando siento el palpitar de la vida bajo las venas de sus calles.
Seduce el ir y venir de la gente, la magia de una película vista en una pantalla gigantesca en uno de sus parques, o la música salida de una solitaria galería de arte.
Tiene Holguín una belleza refinada y un encanto que nace en su cultura proverbial, en su sabiduría.

1 comment:

Froilán Alexander Parra Suárez said...

Karina: Comparto ese amor por la ciudad. El Calixto, que así llamamos los holguineros al parque principal, era sitio obligado de conspiraciones amorosas y pista de despegue rumbo a las "descarguitas", no se ahora como llamarán a las fiestas informales.
La ciudad era, no dudo que aún lo es, intensa e inmensa. Música, para diversos y exigentes oídos, cine, trova y otras sorpresas era posible encontrar cada sábado allí.
Mi ciudad es tu ciudad, con amores y rencores parecidos.